Un mapeo reciente da muestra del poderío y control de la empresa de Musk sobre el cielo de la humanidad
En una era donde la conectividad global es crucial, Starlink, la ambiciosa iniciativa de Elon Musk, ha logrado un crecimiento exponencial en la cantidad de satélites en órbita. Desde sus humildes comienzos con 120 unidades en 2019, la constelación ha alcanzado la impresionante cifra de 5,601 satélites operativos. Este número representa más del 50% de todos los satélites en operación, un dominio que refleja el éxito de los cohetes reutilizables Falcon y la ambición de Musk por la conquista espacial. La visualización de estos satélites en tiempo real revela una densa constelación que cubre incluso regiones remotas como la Antártida y el Polo Norte.
Para apreciar cómo los satélites Starlink han llenado el espacio para beneficio comercial, es útil ver una representación en tiempo real. Esta fue creada por Will De Pue, un ingeniero de OpenAI, y muestra con claridad, aunque con muchos datos, la cantidad de satélites en órbita de la compañía.
Solo mirar el mapa con puntos rojos moviéndose, reminiscente de una escena de ciencia ficción, es suficiente para entender la extensión de nuestra presencia en el espacio. Sobre todo, si comparamos este registro reciente con este otro de 2021, podemos contrastar todavía más la posición del imperio de Musk:
Puedes ver la visualización con movimiento en este enlace.
Crecimiento y preocupaciones ante el imperio de Starlink
Desde su inicio, Starlink ha mostrado un crecimiento exponencial, con planes de expandir su constelación hasta 42,000 satélites. Esta cifra ha generado debates sobre la sostenibilidad del espacio como recurso común y el riesgo del síndrome de Kessler, donde una colisión podría desencadenar una reacción en cadena catastrófica de desechos espaciales.
¿Innovación tecnológica?
Los satélites ‘V2 Mini’ de segunda generación de Starlink que comenzaron a lanzar al espacio el año pasado prometen mejorar la capacidad y velocidad de la red con antenas más potentes y propulsores de efecto Hall, tecnología avanzada que utiliza electricidad para propulsar los satélites y mantener su órbita.
La presencia de Starlink en el espacio no solo es un testimonio del poder de Musk y su empresa, sino también un reflejo de la complacencia global ante su crecimiento. A pesar de las preocupaciones, la FCC y organismos internacionales han aprobado sus solicitudes, permitiendo que este proyecto continúe su expansión sin precedentes.
El futuro de Starlink y su impacto en la órbita terrestre baja es incierto. Mientras algunos ven en este proyecto una promesa para la conectividad global, otros advierten sobre los peligros potenciales para la sostenibilidad del espacio y la necesidad de regulaciones más estrictas para proteger este bien común de la humanidad.
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