Estos destellos rojizos son causados por los cohetes de la empresa espacial de Elon Musk, que abren agujeros temporales en la ionosfera
Las “auroras de SpaceX” son un fenómeno reciente que ha llamado la atención de muchos observadores del cielo. Se trata de unos brillos esféricos de color rojo que aparecen en la noche, especialmente después del lanzamiento de algún cohete de SpaceX, la compañía espacial fundada por el multimillonario Elon Musk.
Estas auroras no son naturales, sino que son el resultado de la actividad humana en el espacio. Los cohetes de SpaceX queman sus motores en la ionosfera, la capa de la atmósfera donde se encuentran los electrones y los iones. Al hacerlo, abren agujeros temporales en la ionosfera que alteran el flujo de partículas cargadas y generan un brillo rojizo.
¿Las “auroras de Space X” causan un impacto ambiental?
Los científicos están estudiando este fenómeno, que no supone una amenaza directa para el medio ambiente o la vida en la Tierra, pero que podría tener efectos desconocidos sobre la astronomía y las comunicaciones. Por ejemplo, los agujeros en la ionosfera podrían afectar a las señales de radio y GPS que viajan a través de ella. Además, las “auroras de SpaceX” podrían interferir con la observación de otros objetos celestes, como las estrellas y los planetas.
Los cohetes de SpaceX son los que más causan estas auroras, porque realizan maniobras de reentrada controlada para aterrizar en el océano o en plataformas flotantes, y para ello liberan combustible en la ionosfera. Otros cohetes que se desintegran al volver a la atmósfera no crean el mismo efecto. Según el Observatorio McDonald de Texas, se ven entre 2 y 5 “auroras de SpaceX” cada mes.
Estas son diferentes de las auroras boreales y australes, que se originan por la interacción del viento solar con el campo magnético terrestre. Las auroras boreales y australes tienen colores variados, como verde, azul, violeta y rosa, mientras que las “auroras de SpaceX” son principalmente rojas.
El fenómeno causado por los cohetes de Space X es un ejemplo de cómo la exploración espacial puede tener consecuencias inesperadas en la atmósfera terrestre. A medida que aumente el número de lanzamientos, también lo hará la frecuencia de estas auroras artificiales, que podrían convertirse en un espectáculo habitual en el cielo nocturno.